ierto es que corren tiempos difíciles.
La desconcertante agitación que nos envuelve, como
bien sabemos, no es sino la señal inequívoca de la inminente llegada del Anticristo, que según afirman algunos, ya habita entre
nosotros desde hace algún tiempo. Qué lejos quedan
ya aquellos gloriosos tiempos en los que valerosos hombres, siguiendo la
voluntad de nuestro Señor, acometían empresas
fabulosas, sin más herramientas que su fe y su intelecto. Qué
miserables resultan ahora nuestros burdos intentos de reproducir las hermosísimas obras
de los antiguos. Sirva al menos nuestro esfuerzo para rendir un
merecido homenaje a aquellos héroes del pasado. Espero, buen
hermano, que estas nuevas que os anuncio sean de vuestro interés.
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